La economía de EE. UU. presenta una paradoja peculiar: abundante en papel, frágil en la ejecución. La riqueza denominada en dólares existe como promesa, pero la capacidad productiva real para cumplir esas promesas se ha erosionado significativamente. La infraestructura manufacturera se ha vaciado, las cadenas de suministro están fragmentadas y la producción de bienes reales se ha desplazado a otros lugares. Cuando los activos financieros crecen más rápido que la capacidad económica subyacente, la brecha se amplía, una dinámica que redefine cómo los inversores globales ven la estabilidad de la moneda y la asignación de activos. Entender esta desconexión entre lo real y lo nominal es importante para quienes evalúan la seguridad económica a largo plazo.