Actualmente, la volatilidad del precio de BTC ha generado preocupación entre muchos, especialmente sobre si las empresas que mantienen grandes cantidades de criptomonedas podrán soportar la situación. Sin embargo, hay voces que advierten que si las regulaciones cambian y la volatilidad continúa aumentando, algunas empresas podrían enfrentarse a crisis de liquidez o incluso a quiebras. Pero, honestamente, estas preocupaciones están algo exageradas.

Primero, echemos un vistazo a las empresas que realizan compras significativas de criptomonedas, como algunas empresas tecnológicas líderes. Sus estrategias de tenencia de criptomonedas nunca han sido para hacer trading a corto plazo. La razón por la que estas empresas compran BTC es para mantenerlo a largo plazo; las fluctuaciones de unos pocos puntos porcentuales en el corto plazo no alteran su determinación. Lo más importante es que el costo de adquisición de estas empresas está muy por debajo del precio actual, por lo que en sus balances todavía están en ganancias, y no hay razón para vender en baja.

Desde una lógica financiera, la estrategia principal de mantener criptomonedas por parte de las empresas es bastante simple: usar financiamiento de bajo costo para comprar BTC. Siempre que los intereses del financiamiento sean menores que la apreciación del BTC, la operación será rentable. El entorno actual de tasas de interés favorece esta estrategia, y continuar con ella no presenta problemas.

Para el mercado en general, la tenencia de criptomonedas por parte de las empresas ya se ha convertido en un soporte importante de la demanda. Sus compras reducen directamente la oferta en circulación, lo cual ayuda a sostener los precios. Incluso si alguna empresa se ve obligada a vender por problemas de liquidez, otros compradores tomarán su lugar, y no se desencadenará una crisis sistémica.

Para entender bien estas alertas de riesgo, lo clave es comprender la estructura de financiamiento y los costos de las empresas, en lugar de dejarse llevar por el pánico a corto plazo generado por la opinión pública. La realidad es que los informes financieros de las principales empresas siguen siendo sólidos, y sus estrategias continuarán avanzando.