La madrina de la IA, Fei-Fei Li. En 1994, con 16 años, Fei-Fei Li emigró con sus padres desde Chengdu a Nueva Jersey, EE. UU.
La familia vivía en la pobreza: su madre trabajaba en una lavandería, su padre tenía pequeños negocios. Ella misma trabajaba en un restaurante chino, limpiando mesas, haciendo empanadillas y lavando platos cada tarde después de clase.
Aquel sótano destartalado era su hogar: húmedo, estrecho y sin ventanas.
Pero fue precisamente en ese sótano donde, mientras ayudaba a su madre a doblar la ropa, estudiaba con ahínco palabras de un diccionario de inglés prestado.
Después recordaría: su mayor sueño entonces era entrar en una buena universidad y cambiar el destino de su familia. Seis años después, en el año 2000, lo logró: entró en la Universidad de Princeton con una beca casi completa, especializándose en física.
Tras graduarse, obtuvo una beca completa para el doctorado en la Universidad de Stanford, bajo la tutela del referente en visión por computador, Sebastian Thrun. Y luego llegó el año que cambió la historia de la inteligencia artificial: 2009. Por entonces, el deep learning era solo un tema de nicho en la academia, y el mayor cuello de botella era la falta de datos.
Fei-Fei Li, junto a su tutor y estudiantes, dedicó cuatro años y medio a etiquetar manualmente 14 millones de imágenes, creando el dataset ImageNet.
En 2009, publicaron este conjunto de datos de manera completamente gratuita.
En ese momento, ella dijo algo muy sencillo: “Solo queremos compartir los datos con el mundo, para que todos puedan investigar.” El resultado fue que no solo “pudieron investigar”, sino que explotó por completo.
En 2012, Alex Krizhevsky entrenó AlexNet con ImageNet y redujo la tasa de error en la competición de reconocimiento de imágenes del 25% al 15%, aplastando todos los métodos tradicionales.
En ese instante, la revolución del deep learning estalló oficialmente.
ImageNet → AlexNet → ResNet → Transformer → BERT → GPT → LLaMA → Sora
El origen de esta cadena es ese regalo de 14 millones de imágenes que Fei-Fei Li hizo al mundo en 2009.
Por eso, en todo el mundo se dice que el “Big Bang” de la IA moderna comenzó con ImageNet.
Entre 2012 y 2016, se unió a Google Cloud como científica jefe, llevando la IA visual de Google al primer nivel mundial.
En 2017, Google participó en el “Project Maven” del Departamento de Defensa de EE. UU., que buscaba usar IA para identificar vídeos captados por drones.
Fei-Fei Li, junto a muchos empleados de Google, se opuso firmemente.
Se dice que, en una reunión interna, cuando un directivo le pidió su opinión, solo dijo:
“No voy a comprometer mis valores.”
Finalmente, Google anunció su retirada del proyecto, y en la carta de protesta firmada por miles de empleados, su nombre figuraba en primer lugar. En 2018, dejó Google y regresó a Stanford, donde fundó el “Human-Centered AI Institute” (Instituto de Inteligencia Artificial Centrada en el Ser Humano, Stanford HAI).
Estableció la misión del instituto en una sola frase:
“Que la IA mejore el bienestar humano, no que lo sustituya o dañe.” Ella insiste en tres puntos clave: La IA debe centrarse en las personas (Human-centered)
La IA debe ser inclusiva y diversa (le preocupa especialmente la representación de mujeres y minorías en el ámbito de la IA)
La IA debe ser comprendida y merecer la confianza de la sociedad
Hoy en día, Stanford HAI es una de las instituciones más influyentes del mundo en ética y políticas de IA.
Y Fei-Fei Li ha sido reconocida por la revista TIME como una de las 100 personas más influyentes del mundo, siendo denominada en el sector como la “madrina de la IA”. Suele decir:
“Cuando aprendía inglés en el sótano a los 16 años, nunca pensé que podría cambiar el mundo.
Solo quería sobrevivir y que mi familia viviera un poco mejor.
Pero creo que, si haces lo correcto, el mundo te pondrá las oportunidades delante.” Esta es la historia de Fei-Fei Li:
De adolescente inmigrante en un sótano de Nueva Jersey,
a la mujer que encendió la era de la IA,
y la científica que se atrevió a decir “no” al Pentágono. Con sus actos ha demostrado una cosa:
La verdadera fortaleza no es dominar la mejor tecnología,
sino decidir para qué la vas a usar y qué vas a proteger con ella.
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La madrina de la IA, Fei-Fei Li
La madrina de la IA, Fei-Fei Li. En 1994, con 16 años, Fei-Fei Li emigró con sus padres desde Chengdu a Nueva Jersey, EE. UU. La familia vivía en la pobreza: su madre trabajaba en una lavandería, su padre tenía pequeños negocios. Ella misma trabajaba en un restaurante chino, limpiando mesas, haciendo empanadillas y lavando platos cada tarde después de clase. Aquel sótano destartalado era su hogar: húmedo, estrecho y sin ventanas. Pero fue precisamente en ese sótano donde, mientras ayudaba a su madre a doblar la ropa, estudiaba con ahínco palabras de un diccionario de inglés prestado. Después recordaría: su mayor sueño entonces era entrar en una buena universidad y cambiar el destino de su familia. Seis años después, en el año 2000, lo logró: entró en la Universidad de Princeton con una beca casi completa, especializándose en física. Tras graduarse, obtuvo una beca completa para el doctorado en la Universidad de Stanford, bajo la tutela del referente en visión por computador, Sebastian Thrun. Y luego llegó el año que cambió la historia de la inteligencia artificial: 2009. Por entonces, el deep learning era solo un tema de nicho en la academia, y el mayor cuello de botella era la falta de datos. Fei-Fei Li, junto a su tutor y estudiantes, dedicó cuatro años y medio a etiquetar manualmente 14 millones de imágenes, creando el dataset ImageNet. En 2009, publicaron este conjunto de datos de manera completamente gratuita. En ese momento, ella dijo algo muy sencillo: “Solo queremos compartir los datos con el mundo, para que todos puedan investigar.” El resultado fue que no solo “pudieron investigar”, sino que explotó por completo. En 2012, Alex Krizhevsky entrenó AlexNet con ImageNet y redujo la tasa de error en la competición de reconocimiento de imágenes del 25% al 15%, aplastando todos los métodos tradicionales. En ese instante, la revolución del deep learning estalló oficialmente. ImageNet → AlexNet → ResNet → Transformer → BERT → GPT → LLaMA → Sora El origen de esta cadena es ese regalo de 14 millones de imágenes que Fei-Fei Li hizo al mundo en 2009. Por eso, en todo el mundo se dice que el “Big Bang” de la IA moderna comenzó con ImageNet. Entre 2012 y 2016, se unió a Google Cloud como científica jefe, llevando la IA visual de Google al primer nivel mundial. En 2017, Google participó en el “Project Maven” del Departamento de Defensa de EE. UU., que buscaba usar IA para identificar vídeos captados por drones. Fei-Fei Li, junto a muchos empleados de Google, se opuso firmemente. Se dice que, en una reunión interna, cuando un directivo le pidió su opinión, solo dijo: “No voy a comprometer mis valores.” Finalmente, Google anunció su retirada del proyecto, y en la carta de protesta firmada por miles de empleados, su nombre figuraba en primer lugar. En 2018, dejó Google y regresó a Stanford, donde fundó el “Human-Centered AI Institute” (Instituto de Inteligencia Artificial Centrada en el Ser Humano, Stanford HAI). Estableció la misión del instituto en una sola frase: “Que la IA mejore el bienestar humano, no que lo sustituya o dañe.” Ella insiste en tres puntos clave: La IA debe centrarse en las personas (Human-centered) La IA debe ser inclusiva y diversa (le preocupa especialmente la representación de mujeres y minorías en el ámbito de la IA) La IA debe ser comprendida y merecer la confianza de la sociedad Hoy en día, Stanford HAI es una de las instituciones más influyentes del mundo en ética y políticas de IA. Y Fei-Fei Li ha sido reconocida por la revista TIME como una de las 100 personas más influyentes del mundo, siendo denominada en el sector como la “madrina de la IA”. Suele decir: “Cuando aprendía inglés en el sótano a los 16 años, nunca pensé que podría cambiar el mundo. Solo quería sobrevivir y que mi familia viviera un poco mejor. Pero creo que, si haces lo correcto, el mundo te pondrá las oportunidades delante.” Esta es la historia de Fei-Fei Li: De adolescente inmigrante en un sótano de Nueva Jersey, a la mujer que encendió la era de la IA, y la científica que se atrevió a decir “no” al Pentágono. Con sus actos ha demostrado una cosa: La verdadera fortaleza no es dominar la mejor tecnología, sino decidir para qué la vas a usar y qué vas a proteger con ella.