El Tribunal Federal del Distrito Sur de Nueva York ha recibido recientemente una contundente recomendación de condena: la fiscalía solicita una pena de 12 años de prisión para Kwon Do-hyung (Do Kwon), cofundador de Terraform Labs. Esta condena puede no parecer corta, pero teniendo en cuenta el desastre que causó, en realidad ya supone cierta indulgencia.

Todo comenzó con el colapso épico de 2022. En mayo de aquel año, TerraUSD (UST), la stablecoin algorítmica que se suponía estaba anclada 1:1 al dólar, junto con su token hermano Luna, entraron en una espiral de muerte en cuestión de días. Los inversores de todo el mundo vieron cómo se evaporaban unos 40.000 millones de dólares; una escala que, en la historia de las criptomonedas, sin duda ocupa un lugar entre los tres mayores colapsos.

La acusación de la fiscalía es bastante directa: Do Kwon infló los precios de los tokens del ecosistema Terra mediante campañas publicitarias exageradas y manipulación encubierta del mercado. El problema radica en que el propio mecanismo de “estabilidad algorítmica” de UST era extremadamente frágil; en cuanto el sistema interconectado con Luna mostró grietas, todo el entramado se vino abajo al instante. Ahora, lo que se vendía como un “mecanismo innovador” parece más bien una estafa cuidadosamente orquestada.

¿Qué supone una condena de 12 años? En comparación con la magnitud de las pérdidas que ocasionó, la sentencia es bastante moderada. Al fin y al cabo, el dinero ganado con el sudor de cientos de miles de inversores desapareció, y algunos incluso lo perdieron todo. Este caso también sirve de advertencia para todo el sector: por muy brillante que sea el concepto, si la lógica subyacente no se sostiene, tarde o temprano acabará saliendo mal.