Me he estado peleando a muerte con PIPPIN durante tres días enteros, y ahora mismo, sentado aquí escribiendo, todavía me tiembla la mano.

Setenta y dos horas casi sin dormir: la cuenta pasó de 280,000 USDT a dispararse hasta 1,270,000 USDT, y al final me retiré con casi un millón de beneficio. Pero, sinceramente, este dinero me tiene el corazón en un puño.

Todo empezó de forma muy simple. Aquella tarde estaba vigilando el mercado, PIPPIN llevaba un buen rato atascado cerca de 0.11, el volumen de operaciones casi muerto. Pensé que era hora de un movimiento brusco, así que puse una orden larga casi sin pensarlo.

De repente, como si le hubieran dado alas, saltó directamente a 0.14. De golpe, 460,000 USDT más en la cuenta.

Me vine arriba y abrí una posición corta.

Y en ese momento, casi lo pierdo todo.

El precio ni se giró, siguió subiendo como loco hasta 0.195. La línea de liquidación cada vez más cerca, tenía las manos sudando y ni me atrevía a respirar demasiado fuerte. No me quedó más remedio que abrir otra larga en 0.192 para cubrirme, como quien se ahoga y se agarra a cualquier cosa, sin ningún método ni estrategia.

Lo peor fue anoche. El precio empezó a caer y pasé toda la noche pegado a la pantalla, con los ojos tan cansados que me lloraban. La posición larga en pérdidas, la corta en ganancias, y yo sintiendo que me partía en dos. Hasta esta mañana, cuando todas las órdenes se cerraron automáticamente en take profit, y la cuenta se quedó en 1,270,000 USDT.

Al ver esa cifra, no sentí ni una pizca de alegría.

Después de ese primer take profit debería haberme parado. Pero uno siempre quiere ganar más: eso es la naturaleza humana, y también la puerta de entrada a la tumba. Cuando necesitas cubrirte a última hora para salvarte, en realidad ya has perdido. El verdadero control de riesgos consiste en planear la salida antes de abrir una posición, no en reaccionar a la desesperada cuando ya estás perdiendo.

El mercado siempre es así: cuanto más crees que lo entiendes, más le gusta darte una bofetada.

Ahora tengo casi un millón más en la cuenta, y otro millón en lecciones aprendidas. Si alguien me pregunta si me atrevería a hacerlo de nuevo la próxima vez,

la respuesta es: Prefiero perderme la oportunidad antes que forzar la situación.

En el mundo cripto, nunca se trata de quién gana más rápido, sino de quién sobrevive más tiempo. Estos tres días y tres noches, por fin he entendido de verdad esa frase.