Voy a contar un hecho real, tan surrealista que te hace dudar de la vida.

En España hay un instituto de investigación que, hace 13 años, para un experimento tecnológico, compró 97 bitcoins casi por casualidad, gastando 10.000 euros. Probablemente ni el departamento de contabilidad le prestó atención en su momento; era solo una partida insignificante dentro del “presupuesto de investigación”. 😅

¿Y ahora qué ha pasado? Ese lote de bitcoins ya supera un valor de 10 millones de euros en el mercado. Ha multiplicado su valor más de 1.000 veces. 💰

Es probable que estos científicos nunca imaginaran, ni en sueños, que acabarían logrando una “masterclass de holding a largo plazo” —y además de forma totalmente pasiva. 🤣 Lo más surrealista es que, al ser una institución pública, para liquidar los fondos han tenido que pasar por un largo proceso de cumplimiento normativo. Durante años los trámites estuvieron atascados, hasta que recientemente la regulación se aclaró y por fin han podido vender legalmente.

Eso sí, su visión es admirable: todo este dinero inesperado se invertirá íntegramente en proyectos punteros de investigación, como computación cuántica y energías renovables. Del bitcoin a la tecnología cuántica, este círculo virtuoso científico tiene mucho de romántico. 🔬

La verdad es que esta historia es bastante interesante.

No es un mito sobre hacerse rico de la noche a la mañana, sino la prueba de algo: en este sector, tener visión temprana y suficiente paciencia puede, a veces, atravesar cualquier ciclo. Por supuesto, no estoy animando a acumular criptomonedas a ciegas: al fin y al cabo, ellos lo hicieron casi sin querer, no intencionadamente.

Pero al menos demuestra algo: hay cosas para las que solo el tiempo da la respuesta. ⏳