Últimamente ha surgido una ola de anticipación en el mercado, y los operadores tienen la mirada puesta en dos pistas principales: quién será el próximo presidente de la Reserva Federal y ese montón de datos económicos que siguen pendientes de publicación por el cierre del gobierno. En esencia, estos actores están posicionándose por adelantado, apostando a que las políticas futuras serán más acomodaticias.

Veamos primero la lógica detrás de estas apuestas. El consenso del mercado ahora mismo es que los tipos de interés podrían bajar más rápido de lo previsto y que el entorno de liquidez se volverá más favorable. Este juicio se sostiene principalmente sobre dos pilares:

Primero, los sutiles cambios a nivel de personal. El asesor económico de Trump, Hassett, suena con fuerza, y si finalmente toma el relevo, se espera que la balanza de la política se incline hacia el lado dovish. Segundo, el vacío de datos está a punto de llenarse. El informe de empleo, que había sido aplazado, se publicará en breve; si las cifras resultan negativas, eso equivaldrá a entregar munición fresca al bando que aboga por recortes de tipos.

¿Qué significa todo esto para los activos digitales? El mecanismo de transmisión es bastante directo: mejora en las expectativas de liquidez → aumento del atractivo de los activos de riesgo → el terreno macroeconómico para el mercado cripto podría volverse más fértil. Por supuesto, esto es una visión a medio y largo plazo; en el corto plazo, el comportamiento seguirá dependiendo de catalizadores concretos.

Ahora bien, el mercado nunca avanza en línea recta. Hay varios riesgos potenciales a tener en cuenta:

En primer lugar, la zona gris del periodo de transición. Durante el relevo entre presidentes, las señales de política pueden volverse confusas, lo que suele derivar en interpretaciones excesivas y, en consecuencia, en una mayor volatilidad. En segundo lugar, el riesgo de materialización de expectativas. Todo el entusiasmo actual se basa en el combo "Hassett asume el cargo + datos de empleo débiles"; basta con que una de estas piezas falle para que el sentimiento se dé la vuelta rápidamente.

Ante este panorama, pueden ser útiles varias perspectivas de observación:

La primera, reconocer la verdadera naturaleza de la especulación actual: este movimiento se basa en el "desfase de expectativas", no en hechos consumados. Segunda, vigilar de cerca los datos de empleo que están a punto de salir, ya que son la primera prueba de fuego para validar la narrativa de mayor laxitud monetaria. Tercera, mantener flexibilidad táctica. Mientras no se confirme la designación y los datos no estén sobre la mesa, el ánimo del mercado puede oscilar, por lo que la gestión de posiciones es más importante que perseguir modas.

En resumen: los operadores están apostando por un futuro "posiblemente más dovish". Podemos entender la lógica de este guion, pero hasta que el protagonista suba realmente al escenario y la trama se aclare, quizá convenga mantenerse bien sentado en la butaca viendo el espectáculo.