Imagina: un chico compró SHIB antes del colapso en noviembre de 2020. Invirtió $1000, mira — le quedan $2. Noventa y nueve enteros y ocho décimas por ciento en negativo. Un inversor común inmediatamente presiona “vender”. Pero él no.
Cuando luego llegó el mercado alcista, todos dijeron: “¡Dios, qué afortunado!” Yo también pensé así. Pero espera — no fue suerte. Fue una convicción.
Aquí está la esencia: cuando el precio cae un 99%, la mayoría solo ve velas rojas. Él vio algo diferente: el potencial del proyecto que los demás pasaron por alto. Y esta diferencia en la percepción separa a los inversores exitosos de aquellos que “simplemente jugaron y salieron”.
El mercado no verifica el grosor de su billetera. Verifica la firmeza de su posición. Cuando hay pánico, FUD, mil voces gritan “¡vende!”, solo queda una cosa: creer en lo que ves.
Por lo tanto, la cuestión no es si tendrás suerte. La cuestión es en qué crees realmente y si estás dispuesto a defenderlo.
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¿Mantener o vender? La historia de Shiba que cambiará tu forma de pensar
Imagina: un chico compró SHIB antes del colapso en noviembre de 2020. Invirtió $1000, mira — le quedan $2. Noventa y nueve enteros y ocho décimas por ciento en negativo. Un inversor común inmediatamente presiona “vender”. Pero él no.
Cuando luego llegó el mercado alcista, todos dijeron: “¡Dios, qué afortunado!” Yo también pensé así. Pero espera — no fue suerte. Fue una convicción.
Aquí está la esencia: cuando el precio cae un 99%, la mayoría solo ve velas rojas. Él vio algo diferente: el potencial del proyecto que los demás pasaron por alto. Y esta diferencia en la percepción separa a los inversores exitosos de aquellos que “simplemente jugaron y salieron”.
El mercado no verifica el grosor de su billetera. Verifica la firmeza de su posición. Cuando hay pánico, FUD, mil voces gritan “¡vende!”, solo queda una cosa: creer en lo que ves.
Por lo tanto, la cuestión no es si tendrás suerte. La cuestión es en qué crees realmente y si estás dispuesto a defenderlo.