La finanza agentica desafía a las instituciones: Los sistemas autónomos emergentes en cadena pueden asignar capital, gestionar riesgos y ejecutar estrategias sin intermediarios humanos, lo que amenaza con volver obsoletos a los gestores de activos tradicionales como BlackRock.

La automatización redefine la gestión de patrimonio: Los marcos impulsados por IA y basados en intenciones transforman los “activos bajo gestión” en “activos bajo autonomía”, sustituyendo el control jerárquico de carteras por una coordinación programable dirigida por el usuario.

La era post-institucional: A medida que las finanzas se vuelven transparentes, on-chain y de código abierto, la confianza se traslada de la supervisión humana al código verificable, marcando un cambio estructural del dominio institucional a la autonomía descentralizada.