Cuando Ethereum lanzó ERC-20, revolucionó la creación de tokens: ya no era necesario programar toda una blockchain. Luego, BSC (BNB Smart Chain) apareció en 2020 con BEP-20, su propio estándar, creando de facto una alternativa al monopolio de Ethereum.
¿Qué es exactamente BEP-20?
Imagina ERC-20 como el “blueprint” original. BEP-20 es, esencialmente, su clon, pero que funciona en BSC en lugar de Ethereum. La similitud es tan grande que ambos son compatibles: los tokens incluso pueden migrar de una cadena a otra a través de Binance Bridge sin comisiones (proceso llamado “Peg-in”).
Para los desarrolladores, es un game-changer: crear un token en BSC es más rápido y barato que una migración desde Ethereum. No se requiere experiencia previa en blockchain.
Los 4 superpoderes de BEP-20
Blacklist - ¿Bloquear direcciones maliciosas? Es posible.
Mintable - Emitir nuevos tokens = inflación controlada. Útil para economías de tokens dinámicas.
Burnable - Lo contrario: destruir tokens para reducir la oferta y, teóricamente, aumentar el precio. Es la estrategia deflacionaria clásica.
Pausable - La opción más controvertida: congelar todas las transferencias en caso de ataque. ¿El problema? Centraliza el poder, lo que va en contra de la filosofía cripto.
ERC-20 vs BEP-20: ¿tan diferentes realmente?
No. Tienen los mismos fundamentos: propiedad, transferencia, emisión. ¿La verdadera diferencia? La velocidad y el coste de las transacciones: BSC es más rápido y barato. Por eso muchos desarrolladores que no podían permitirse los gas fees de Ethereum migraron.
Lo interesante: en vez de competir a muerte, ambas cadenas se complementan a través de los bridges. Los tokens pueden moverse entre ecosistemas, creando una interoperabilidad real.
La verdadera lección
Web3 no es un juego de “el ganador se lo lleva todo” entre Ethereum y BSC. Es la aparición de una red fragmentada donde los estándares deben coexistir. ERC-20 y BEP-20 no son enemigos: son hermanos gemelos que demuestran que la diversidad tecnológica refuerza el ecosistema.
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BEP-20 vs ERC-20: Los dos estándares de tokens que están dando forma a la Web3
Cuando Ethereum lanzó ERC-20, revolucionó la creación de tokens: ya no era necesario programar toda una blockchain. Luego, BSC (BNB Smart Chain) apareció en 2020 con BEP-20, su propio estándar, creando de facto una alternativa al monopolio de Ethereum.
¿Qué es exactamente BEP-20?
Imagina ERC-20 como el “blueprint” original. BEP-20 es, esencialmente, su clon, pero que funciona en BSC en lugar de Ethereum. La similitud es tan grande que ambos son compatibles: los tokens incluso pueden migrar de una cadena a otra a través de Binance Bridge sin comisiones (proceso llamado “Peg-in”).
Para los desarrolladores, es un game-changer: crear un token en BSC es más rápido y barato que una migración desde Ethereum. No se requiere experiencia previa en blockchain.
Los 4 superpoderes de BEP-20
Blacklist - ¿Bloquear direcciones maliciosas? Es posible.
Mintable - Emitir nuevos tokens = inflación controlada. Útil para economías de tokens dinámicas.
Burnable - Lo contrario: destruir tokens para reducir la oferta y, teóricamente, aumentar el precio. Es la estrategia deflacionaria clásica.
Pausable - La opción más controvertida: congelar todas las transferencias en caso de ataque. ¿El problema? Centraliza el poder, lo que va en contra de la filosofía cripto.
ERC-20 vs BEP-20: ¿tan diferentes realmente?
No. Tienen los mismos fundamentos: propiedad, transferencia, emisión. ¿La verdadera diferencia? La velocidad y el coste de las transacciones: BSC es más rápido y barato. Por eso muchos desarrolladores que no podían permitirse los gas fees de Ethereum migraron.
Lo interesante: en vez de competir a muerte, ambas cadenas se complementan a través de los bridges. Los tokens pueden moverse entre ecosistemas, creando una interoperabilidad real.
La verdadera lección
Web3 no es un juego de “el ganador se lo lleva todo” entre Ethereum y BSC. Es la aparición de una red fragmentada donde los estándares deben coexistir. ERC-20 y BEP-20 no son enemigos: son hermanos gemelos que demuestran que la diversidad tecnológica refuerza el ecosistema.