Hace apenas un momento, los líderes de China y Rusia firmaron un memorando en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, dando luz verde oficialmente al proyecto del gasoducto Fuerza de Siberia 2. Se trata del acuerdo de gas natural más importante a nivel mundial en la última década.
Las cifras impresionan:
El nuevo gasoducto tendrá una capacidad anual de 50.000 millones de metros cúbicos (equivalente al consumo anual total de la UE en 2024)
La Agencia Internacional de la Energía prevé que entre 2025 y 2030 la capacidad global adicional de exportación de GNL será de 300.000 millones de metros cúbicos, la mitad la construirá Estados Unidos
La demanda anual de China es de 80.000 millones de metros cúbicos, siendo el mayor comprador mundial
¿Qué significa este acuerdo?
Para Rusia: Ha encontrado un sustituto para el mercado europeo. Tras el cierre de Nord Stream 1, este gasoducto es como un salvavidas, ya que permite encontrar una salida a los yacimientos de petróleo y gas de Siberia.
Para China: Es un as bajo la manga. ¿Por qué? Porque China dispone de varias fuentes de gas (Asia Central, Australia, Catar, GNL estadounidense, etc.), mientras que el 50% de las exportaciones rusas de petróleo se venden a China—hay una asimetría de poder.
Para EE. UU. y Europa: Un golpe en la cara. Estados Unidos ha invertido mucho dinero en terminales de exportación de GNL, pero ahora China utiliza gas de gasoducto barato, presionando a la baja el precio global del GNL, lo que hace inviables muchos de los nuevos proyectos.
Hay una incógnita más
La ruta pasa por Mongolia. El gobierno mongol apoya el proyecto (puede cobrar tasas de tránsito y acceder a gas), pero estar entre dos grandes potencias también implica riesgos.
Quedan cuestiones clave por resolver:
Rusia quiere vender 50.000 millones de metros cúbicos, ¿cuánto quiere comprar China?
¿Cómo se fijará el precio? Rusia aspira al precio de mercado asiático, China quiere precio de coste
Pero China tiene margen para esperar, ya que su producción de gas no convencional (gas de esquisto, de capas de carbón, etc.) está aumentando y a finales de 2025 superará a la producción convencional de petróleo y gas. Es decir, juega a largo plazo.
La verdad de esta jugada: En apariencia, la cooperación chino-rusa está en auge, pero en realidad es China quien marca el ritmo.
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El gran juego del gas natural entre China y Rusia: llega el Poder de Siberia 2, el panorama energético mundial está a punto de cambiar
Hace apenas un momento, los líderes de China y Rusia firmaron un memorando en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, dando luz verde oficialmente al proyecto del gasoducto Fuerza de Siberia 2. Se trata del acuerdo de gas natural más importante a nivel mundial en la última década.
Las cifras impresionan:
¿Qué significa este acuerdo?
Para Rusia: Ha encontrado un sustituto para el mercado europeo. Tras el cierre de Nord Stream 1, este gasoducto es como un salvavidas, ya que permite encontrar una salida a los yacimientos de petróleo y gas de Siberia.
Para China: Es un as bajo la manga. ¿Por qué? Porque China dispone de varias fuentes de gas (Asia Central, Australia, Catar, GNL estadounidense, etc.), mientras que el 50% de las exportaciones rusas de petróleo se venden a China—hay una asimetría de poder.
Para EE. UU. y Europa: Un golpe en la cara. Estados Unidos ha invertido mucho dinero en terminales de exportación de GNL, pero ahora China utiliza gas de gasoducto barato, presionando a la baja el precio global del GNL, lo que hace inviables muchos de los nuevos proyectos.
Hay una incógnita más
La ruta pasa por Mongolia. El gobierno mongol apoya el proyecto (puede cobrar tasas de tránsito y acceder a gas), pero estar entre dos grandes potencias también implica riesgos.
Quedan cuestiones clave por resolver:
Pero China tiene margen para esperar, ya que su producción de gas no convencional (gas de esquisto, de capas de carbón, etc.) está aumentando y a finales de 2025 superará a la producción convencional de petróleo y gas. Es decir, juega a largo plazo.
La verdad de esta jugada: En apariencia, la cooperación chino-rusa está en auge, pero en realidad es China quien marca el ritmo.