Este ciclo ha dividido a las personas en dos tipos.

Los que se movieron rápido ya han intercambiado beneficios a corto plazo por un estilo de vida lujoso:
hoteles, coches de lujo, una vida de excesos.
Aparentemente, ellos son los ganadores,
pero eso es velocidad, no profundidad.

En cambio, los que se quedaron
se ven envueltos por la sombra del ciclo:
atrapados, ansiosos, culpables, dudosos.
Estas emociones llegan en oleadas, como la marea,
dejando a la gente tambaleándose.
Pero precisamente este periodo
es el que realmente pone a prueba la esencia de una persona.

El largo plazo nunca ha sido fácil.
Es una carga que llevar,
una disposición a ser golpeado por el mercado, educado por el tiempo,
y aun así, seguir adelante con obstinación.

Quedarse atrapado no es una vergüenza.
Solo los que aguantan
son dignos de comprender el verdadero significado de la palabra “largo plazo”.
Porque al final,
no solo obtienes dinero,
también consigues la mentalidad forjada por el mercado
y esos compañeros que se apoyaron mutuamente en los peores momentos.

A corto plazo gana la velocidad,
a largo plazo gana la vida.

Cuando pase esta noche oscura,
los que queden
serán los que conviertan el ciclo en una verdadera historia.