Hace 17 años hice algo que ahora, al pensarlo, creo que fue realmente audaz: convertí los 80,000 yuanes que había ahorrado en dos años en bitcoins, sin dejar ni un céntimo. En ese entonces, un bitcoin costaba 450 dólares. La gente a mi alrededor decía que estaba loco, y en realidad yo también tenía dudas en el corazón.

Un año y medio después, en Phuket, en una tumbona, con champán. Miraba la pantalla del móvil y veía esa cifra—2.3 millones—y de repente sentí que por fin había dado un giro en mi vida. En ese momento, realmente sentí que tenía algo.

Pero la realidad fue dura. Cuando llegó el mercado bajista en 2018, esos 2.3 millones se derritieron como helado, bajando rápidamente hasta quedar en solo 220,000. Lo recuerdo claramente, sentado en la recepción de un hotel en la playa, dudando si debía renovar la habitación más barata. En ese momento entendí que sobrevivir en este mundo no dependía de la suerte.

Estos años, he tenido varias quiebras, y he aprendido cuatro reglas para protegerme. La primera, solo invertir en lo que entiendo. Antes, por impulso, seguí el hype de los NFT y perdí 250,000 en tres días, sin entender bien el proyecto, solo pagando la tuition. El dinero que está fuera de mi conocimiento, aunque lo ganes, no podrás mantenerlo.

La segunda, la gestión del riesgo es la línea de vida. Ahora tengo una estrategia sencilla: 55% en BTC y ETH, 35% en arbitraje, y el 10% restante en pequeños proyectos. Aunque el mercado colapse, no me asusto, porque tengo una base sólida que me permite resistir las tormentas.

La tercera, no tocar el apalancamiento. Cuando perdí todo lo que había ganado en contratos futuros, eliminé todas las apps que permitían apalancamiento en mi teléfono. La frase más tóxica en este mundo es "solo un poquito más".

La cuarta, buscar las fuentes de la información por uno mismo. No escuchar a los que dan señales, no creer en las tendencias altas, solo confiar en datos, whitepapers y movimientos en la cadena. Solo así no te convertirás en una víctima. En 2022, vendí mis LUNA antes del colapso, evitando el 90% de la caída. Después de eso, entendí claramente: la riqueza no se consigue de golpe, sino con paciencia.

Ahora, ya no persigo la riqueza rápida. Con un rendimiento estable del 20% anual, estoy satisfecho. Los verdaderos ganadores no son los que ganan más, sino los que sobreviven más tiempo. Este camino es como caminar en la oscuridad, pero mientras mantengas un ritmo estable, siempre habrá luz al frente.