Anoche tomé un par de copas en la tienda de un amigo, y al acostarme me desperté de manera aterradora. Así que decidí levantarme y escribir un poco, como un recuerdo tanto para mí como para los traders que también están insomnes frente a la pantalla.
Recientemente he visto a muchas personas que operan en el mercado compartiendo su día a día: la primera cosa que hacen al despertarse no es cepillarse los dientes, sino revisar cuántos puntos ha fluctuado su posición durante la noche; la última acción antes de acostarse no es decir buenas noches, sino repasar qué vela no entendieron hoy. ¿Un amigo te invita a cenar? "El mercado no está muy estable últimamente, mejor otro día." ¿Te presionan en casa para que salgas? Tu mente está llena de preguntas sobre si se romperá el nivel de soporte y dónde debería establecer el stop loss.
Hablando en serio, cuando recién empecé en este campo también pensé que se trataba de un juego de ingenio: jugar a la guerra psicológica con los grandes inversores, competir con los minoristas por las fichas, y pensar todos los días si el precio subiría o bajaría en el siguiente segundo. ¿Y qué pasó? He sido atrapado persiguiendo altos, he soportado pérdidas, he visto ganancias desvanecerse y he perdido la calma innumerables veces. Más tarde entendí que el trading nunca se trata de competir con otros, sino de luchar contra uno mismo: debes controlar esa avaricia, estabilizar ese miedo y deshacerte de esos pensamientos de suerte.
Lo que más atormenta en esta línea no es perderse un aumento repentino: ese tipo de arrepentimiento, a lo sumo, duele durante dos días. Lo realmente mortal es: aunque la estrategia se pensó con claridad, al final se pierde por un arrebato momentáneo; aunque las reglas están claramente escritas, se rompen ante la tentación. Todos quieren experimentar la sensación de enriquecerse rápidamente, pero son pocos los que pueden soportar la soledad de mantener la disciplina a largo plazo.
He visto demasiadas capturas de ganancias legendarias y también muchos silencios tras perder todo. Cuanto más hago, más me doy cuenta de que en el mercado no hay leyes absolutas: cuando sube descontroladamente sientes que no hay techo, y cuando cae de repente crees que has tocado fondo. Lo que se llama respeto no es rendirse, es hacer que uno mismo viva un poco más.
Poco a poco entendí una cosa: hacer trading es originalmente para vivir de manera más libre, no para que la vida se convierta en un collage de líneas K. Aquellas cenas "perdidas" por el mercado, aquellos familiares a los que no tengo tiempo de acompañar, aquellas celebraciones que me perdí, son las fichas más valiosas de la vida, ¿verdad?
El comercio es una práctica de cultivación, lo que siempre se cultiva es el corazón.
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ETHmaxi_NoFilter
· hace19h
¿Quién no ha dejado que las velas japonesas retrasen la cena?
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GasFeeVictim
· hace19h
Ya están arruinados los tontos con 50ETH.
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GasFeeDodger
· hace19h
Las ganancias no realizadas son falsas, las pérdidas son las verdaderas.
Anoche tomé un par de copas en la tienda de un amigo, y al acostarme me desperté de manera aterradora. Así que decidí levantarme y escribir un poco, como un recuerdo tanto para mí como para los traders que también están insomnes frente a la pantalla.
Recientemente he visto a muchas personas que operan en el mercado compartiendo su día a día: la primera cosa que hacen al despertarse no es cepillarse los dientes, sino revisar cuántos puntos ha fluctuado su posición durante la noche; la última acción antes de acostarse no es decir buenas noches, sino repasar qué vela no entendieron hoy. ¿Un amigo te invita a cenar? "El mercado no está muy estable últimamente, mejor otro día." ¿Te presionan en casa para que salgas? Tu mente está llena de preguntas sobre si se romperá el nivel de soporte y dónde debería establecer el stop loss.
Hablando en serio, cuando recién empecé en este campo también pensé que se trataba de un juego de ingenio: jugar a la guerra psicológica con los grandes inversores, competir con los minoristas por las fichas, y pensar todos los días si el precio subiría o bajaría en el siguiente segundo. ¿Y qué pasó? He sido atrapado persiguiendo altos, he soportado pérdidas, he visto ganancias desvanecerse y he perdido la calma innumerables veces. Más tarde entendí que el trading nunca se trata de competir con otros, sino de luchar contra uno mismo: debes controlar esa avaricia, estabilizar ese miedo y deshacerte de esos pensamientos de suerte.
Lo que más atormenta en esta línea no es perderse un aumento repentino: ese tipo de arrepentimiento, a lo sumo, duele durante dos días. Lo realmente mortal es: aunque la estrategia se pensó con claridad, al final se pierde por un arrebato momentáneo; aunque las reglas están claramente escritas, se rompen ante la tentación. Todos quieren experimentar la sensación de enriquecerse rápidamente, pero son pocos los que pueden soportar la soledad de mantener la disciplina a largo plazo.
He visto demasiadas capturas de ganancias legendarias y también muchos silencios tras perder todo. Cuanto más hago, más me doy cuenta de que en el mercado no hay leyes absolutas: cuando sube descontroladamente sientes que no hay techo, y cuando cae de repente crees que has tocado fondo. Lo que se llama respeto no es rendirse, es hacer que uno mismo viva un poco más.
Poco a poco entendí una cosa: hacer trading es originalmente para vivir de manera más libre, no para que la vida se convierta en un collage de líneas K. Aquellas cenas "perdidas" por el mercado, aquellos familiares a los que no tengo tiempo de acompañar, aquellas celebraciones que me perdí, son las fichas más valiosas de la vida, ¿verdad?
El comercio es una práctica de cultivación, lo que siempre se cultiva es el corazón.