Nada arruina tu cartera más rápido que la desesperación.

Una vez que las pérdidas comienzan a acumularse y tu capital está sangrando, la tentación golpea fuerte: persíguelo de inmediato, compénsalo todo en una sola operación.

Es curioso cómo la estrategia solo aparece cuando estás ganando. ¿El momento en que te ahogas en rojo? Toda esa disciplina desaparece. Comienzas a forzar jugadas que no estaban ahí, apalancándote en corazonadas, comerciando por venganza como si tu vida dependiera de ello.

Eso es exactamente cuando pierdes aún más.