Recientemente me enteré de una fascinante entrevista con Celisa Morin, ex vicepresidenta de la distribución en Grayscale. Ella afirma que las instituciones financieras tradicionales muestran un entusiasmo sin precedentes por la tokenización de activos en las blockchains públicas.
Francamente, encuentro esta evolución bastante irónica. Durante años, estas mismas instituciones nos han servido un discurso sobre los peligros de las criptomonedas, ¡y ahora se apresuran a adoptar la misma tecnología que criticaban!
Morin plantea un punto interesante: elegir cadenas públicas en lugar de cadenas privadas más compatibles con los procedimientos KYC y anti-blanqueo podría crear problemas legales. Pero visiblemente, estos gigantes financieros están dispuestos a asumir este riesgo para no perder el tren en marcha.
BlackRock, este mastodonte de las finanzas, ya ha dado el paso al lanzar un fondo tokenizado de 100 millones de dólares llamado BUIDL en Ethereum el pasado marzo. Y según Morin, otros seguirán como ovejas.
No puedo evitar preguntarme: ¿es realmente la innovación lo que los motiva, o simplemente el miedo a ver que sus modelos económicos tradicionales se vuelven obsoletos? Estas grandes plataformas de intercambio centralizadas tienen tanto que ganar de esta tendencia...
En mi opinión, estamos presenciando una carrera desenfrenada donde nadie quiere quedarse atrás, incluso si eso significa navegar en aguas jurídicas turbias. Típico del mundo financiero: primero resisten, luego se adaptan cuando entienden que pueden sacar provecho de ello.
Puede que sea una buena señal para la adopción global, pero permanezcamos vigilantes ante esta súbita conversión de las instituciones tradicionales a las virtudes de las blockchains públicas.
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El giro de las instituciones financieras tradicionales hacia la tokenización pública
Recientemente me enteré de una fascinante entrevista con Celisa Morin, ex vicepresidenta de la distribución en Grayscale. Ella afirma que las instituciones financieras tradicionales muestran un entusiasmo sin precedentes por la tokenización de activos en las blockchains públicas.
Francamente, encuentro esta evolución bastante irónica. Durante años, estas mismas instituciones nos han servido un discurso sobre los peligros de las criptomonedas, ¡y ahora se apresuran a adoptar la misma tecnología que criticaban!
Morin plantea un punto interesante: elegir cadenas públicas en lugar de cadenas privadas más compatibles con los procedimientos KYC y anti-blanqueo podría crear problemas legales. Pero visiblemente, estos gigantes financieros están dispuestos a asumir este riesgo para no perder el tren en marcha.
BlackRock, este mastodonte de las finanzas, ya ha dado el paso al lanzar un fondo tokenizado de 100 millones de dólares llamado BUIDL en Ethereum el pasado marzo. Y según Morin, otros seguirán como ovejas.
No puedo evitar preguntarme: ¿es realmente la innovación lo que los motiva, o simplemente el miedo a ver que sus modelos económicos tradicionales se vuelven obsoletos? Estas grandes plataformas de intercambio centralizadas tienen tanto que ganar de esta tendencia...
En mi opinión, estamos presenciando una carrera desenfrenada donde nadie quiere quedarse atrás, incluso si eso significa navegar en aguas jurídicas turbias. Típico del mundo financiero: primero resisten, luego se adaptan cuando entienden que pueden sacar provecho de ello.
Puede que sea una buena señal para la adopción global, pero permanezcamos vigilantes ante esta súbita conversión de las instituciones tradicionales a las virtudes de las blockchains públicas.