¿Qué es hash?

¡Uf! Tengo que explicaros esto del hash y me siento como si estuviera descifrando un código alienígena. Pero vamos allá.

El hashing es, básicamente, un proceso donde metemos datos de cualquier tamaño por una especie de picadora matemática y ¡pum! sale siempre algo del mismo tamaño. Es como si metieras una sandía entera o solo una rodaja en una máquina y siempre saliera un cubito del mismo tamaño. Esto se hace con fórmulas matemáticas llamadas funciones hash.

Y mira, estas funciones están en el centro de las criptomonedas. Sin ellas, todas estas blockchains serían un desastre de seguridad. Gracias a estos algoritmos, nuestro dinero digital no desaparece como por arte de magia cada vez que alguien estornuda cerca del servidor.

Lo fascinante es que son determinísticas - palabra pomposa para decir que si metes "Hola" siempre te dará el mismo resultado. Pero lo intentas con "hola" (con minúscula) y te da algo completamente diferente. ¡Es una locura!

¿Cómo narices funciona esto?

Cada algoritmo hash produce salidas de tamaño fijo. Por ejemplo, el SHA-256 (el que usa Bitcoin) siempre escupe 256 bits. No importa si metes el texto de "Don Quijote" entero o solo "Sancho".

Por ejemplo, si ejecutamos las palabras "Mercado" y "mercado" a través de SHA-256:

Entrada: Mercado Salida: d83b7dks92jd72nk29dh28d9k26sd02kd9k2d02kd9k2d0 (algo así de feo)

Entrada: mercado Salida: 38d7b2k7d92kdj28d93j29dk28dk29dk28dk29dk29dk9 (completamente diferente)

¿Veis? Un simple cambio de mayúscula y el resultado es totalmente distinto. Y no importa cuántas veces lo hagas, siempre te dará lo mismo.

¿Y para qué demonios sirve esto?

Las funciones hash convencionales se usan para todo tipo de cosas aburridas como bases de datos. Pero las criptográficas son las interesantes: se usan en seguridad, autenticación y, por supuesto, en criptomonedas.

Lo mejor del hashing aparece cuando tienes que manejar cantidades enormes de información. Imagina que tienes un archivo gigante - en lugar de revisarlo entero cada vez, puedes sacar su "huella digital" hash y comparar esa huella para verificar que nadie lo ha tocado.

En las criptomonedas, casi todo usa hashing: la minería, la creación de bloques, la vinculación de transacciones... todo. Los mineros están constantemente intentando encontrar un hash que empiece con cierto número de ceros para validar bloques. Es como buscar una aguja en un pajar gigante.

El lado oscuro: atacando las funciones hash

Teóricamente, se pueden "romper" las funciones hash por fuerza bruta, pero necesitarías miles de años y una potencia de cómputo ridícula. También existe la posibilidad de las "colisiones" - cuando dos entradas diferentes producen la misma salida.

Una función hash segura debe ser resistente a tres tipos de ataques:

• Resistencia a colisiones: imposible encontrar dos entradas que den el mismo resultado.
• Resistencia a pre-imagen: imposible averiguar la entrada a partir de una salida.
• Resistencia a segunda pre-imagen: imposible encontrar otra entrada que produzca el mismo hash que una entrada conocida.

Los algoritmos SHA-0 y SHA-1 ya no son seguros porque se encontraron colisiones. Ahora usamos SHA-2 y SHA-3, que siguen siendo fuertes.

Minería: el juego del hash

En la minería de Bitcoin, los mineros compiten por encontrar un hash que empiece con cierto número de ceros. Es como jugar a la lotería miles de millones de veces por segundo.

La dificultad se ajusta automáticamente: si hay más mineros, se necesitan más ceros al principio del hash, haciendo la tarea más difícil. Si hay menos, se reduce la dificultad.

Como minar cuesta electricidad y equipo, los mineros tienen incentivos para jugar limpio. Cuantos más mineros hay en una red, más segura es.

Las funciones hash son herramientas esenciales para la seguridad digital. Sin ellas, las criptomonedas no existirían como las conocemos. Entenderlas es como entender el ADN de la blockchain.