Durante una visita a las obras de renovación de la sede de la Reserva Federal, el presidente Trump aprovechó la oportunidad para abordar cuestiones presupuestarias con el presidente del Fed, Jerome Powell. El proyecto, que superó el presupuesto en casi 600 millones de dólares, se convirtió en un pretexto para una discusión más amplia sobre política monetaria.
Trump, en un tono aparentemente cordial, afirmó que "no hay conflicto" y que "la relación está bien". Sin embargo, sus palabras posteriores llevaban un mensaje más asertivo. Comentando sobre el estallido presupuestario, bromeó: "Si esto sucediera en mi empresa, con un proyecto excediendo tanto el presupuesto? ¡Sería despido inmediato!" Esta declaración, aunque hecha con una sonrisa, sonaba como una advertencia velada.
La verdadera intención de Trump, sin embargo, iba más allá de la preocupación por los costos de la reforma. Aprovechando la presencia de la prensa, cuestionó directamente a Powell: "Aparte de pedirle que baje las tasas, ¿qué más puedo decir?". Esta pregunta retórica puso de manifiesto el verdadero objetivo de la visita: impulsar una política monetaria más flexible.
El enfoque de Trump combinaba cordialidad con firmeza. Mientras daba palmaditas en el brazo de Powell, asegurando que "estamos bien", simultáneamente aplicaba criterios del sector privado a la gestión del banco central. Esta táctica híbrida claramente tenía como objetivo ejercer presión sobre la Reserva Federal, desafiando la noción de independencia de la institución.
A pesar de que Trump no criticó directamente el proyecto de renovación ni amenazó con despedir a Powell por eso, su comitiva incluía voces que defendían la sustitución del presidente de la Fed. Esta combinación de acciones creaba una atmósfera de tensión subyacente, transformando la reforma de 2.5 mil millones de dólares en una nueva herramienta de presión.
Al final, el costo real de la renovación parece ser secundario para Trump. Su objetivo principal es "ahorrar" ( a través de tasas de interés más bajas ) para estimular la economía. Esta "visita de inspección" aparenta ser un desafío velado a la autonomía de la Reserva Federal, utilizando el proyecto de reforma como pretexto para una agenda económica más amplia.
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Durante una visita a las obras de renovación de la sede de la Reserva Federal, el presidente Trump aprovechó la oportunidad para abordar cuestiones presupuestarias con el presidente del Fed, Jerome Powell. El proyecto, que superó el presupuesto en casi 600 millones de dólares, se convirtió en un pretexto para una discusión más amplia sobre política monetaria.
Trump, en un tono aparentemente cordial, afirmó que "no hay conflicto" y que "la relación está bien". Sin embargo, sus palabras posteriores llevaban un mensaje más asertivo. Comentando sobre el estallido presupuestario, bromeó: "Si esto sucediera en mi empresa, con un proyecto excediendo tanto el presupuesto? ¡Sería despido inmediato!" Esta declaración, aunque hecha con una sonrisa, sonaba como una advertencia velada.
La verdadera intención de Trump, sin embargo, iba más allá de la preocupación por los costos de la reforma. Aprovechando la presencia de la prensa, cuestionó directamente a Powell: "Aparte de pedirle que baje las tasas, ¿qué más puedo decir?". Esta pregunta retórica puso de manifiesto el verdadero objetivo de la visita: impulsar una política monetaria más flexible.
El enfoque de Trump combinaba cordialidad con firmeza. Mientras daba palmaditas en el brazo de Powell, asegurando que "estamos bien", simultáneamente aplicaba criterios del sector privado a la gestión del banco central. Esta táctica híbrida claramente tenía como objetivo ejercer presión sobre la Reserva Federal, desafiando la noción de independencia de la institución.
A pesar de que Trump no criticó directamente el proyecto de renovación ni amenazó con despedir a Powell por eso, su comitiva incluía voces que defendían la sustitución del presidente de la Fed. Esta combinación de acciones creaba una atmósfera de tensión subyacente, transformando la reforma de 2.5 mil millones de dólares en una nueva herramienta de presión.
Al final, el costo real de la renovación parece ser secundario para Trump. Su objetivo principal es "ahorrar" ( a través de tasas de interés más bajas ) para estimular la economía. Esta "visita de inspección" aparenta ser un desafío velado a la autonomía de la Reserva Federal, utilizando el proyecto de reforma como pretexto para una agenda económica más amplia.