¡Joder! Me desperté hoy pensando en mis criptomonedas y me di cuenta de algo mientras miraba mi cartera digital desangrarse nuevamente: estamos buscando la felicidad en el lugar equivocado.
Cuando compré mis primeros DOGE, pensé que iba camino a ser millonario. ¡Qué iluso! El mercado me ha dado tantas hostias que ya he perdido la cuenta. Pero curiosamente, algunos de mis momentos más felices no han sido viendo el precio subir, sino compartiendo con otros locos como yo en este mundillo.
Cada día miro la gráfica del BTC y el ETH como si fuera a cambiar mi vida. ¿Y sabéis qué? La verdadera felicidad nunca ha venido de esos picos verdes. Viene cuando dejo el móvil, miro a mi alrededor y agradezco lo que tengo ahora mismo.
Los proyectos cripto van y vienen. Algunos son puro humo, estafas descaradas que prometen lambos y dan decepciones. ¿De verdad pensamos que un token nos hará más felices? El sistema está diseñado para que unos pocos ganen mientras la mayoría miramos cómo se esfuma nuestro dinero.
Pero hay algo liberador en aceptar esto. Cuando empecé a agradecer incluso las pérdidas por las lecciones que me dejaron, cuando dejé de obsesionarme con cada vela, encontré una paz que ningún ATH podría darme.
La felicidad y la alegría no vienen al revisar tu wallet cada cinco minutos. Vienen cuando aceptas cada día con normalidad, cuando tratas a las personas con gratitud genuina. Incluso a esos cabrones que te recomendaron comprar en máximos.
En este mercado volátil, tal vez la mayor riqueza sea precisamente esa: vivir con un corazón común pero agradecido, mientras los demás corren como locos tras el próximo pelotazo.
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La felicidad es para quienes se conforman, la dicha para los agradecidos
¡Joder! Me desperté hoy pensando en mis criptomonedas y me di cuenta de algo mientras miraba mi cartera digital desangrarse nuevamente: estamos buscando la felicidad en el lugar equivocado.
Cuando compré mis primeros DOGE, pensé que iba camino a ser millonario. ¡Qué iluso! El mercado me ha dado tantas hostias que ya he perdido la cuenta. Pero curiosamente, algunos de mis momentos más felices no han sido viendo el precio subir, sino compartiendo con otros locos como yo en este mundillo.
Cada día miro la gráfica del BTC y el ETH como si fuera a cambiar mi vida. ¿Y sabéis qué? La verdadera felicidad nunca ha venido de esos picos verdes. Viene cuando dejo el móvil, miro a mi alrededor y agradezco lo que tengo ahora mismo.
Los proyectos cripto van y vienen. Algunos son puro humo, estafas descaradas que prometen lambos y dan decepciones. ¿De verdad pensamos que un token nos hará más felices? El sistema está diseñado para que unos pocos ganen mientras la mayoría miramos cómo se esfuma nuestro dinero.
Pero hay algo liberador en aceptar esto. Cuando empecé a agradecer incluso las pérdidas por las lecciones que me dejaron, cuando dejé de obsesionarme con cada vela, encontré una paz que ningún ATH podría darme.
La felicidad y la alegría no vienen al revisar tu wallet cada cinco minutos. Vienen cuando aceptas cada día con normalidad, cuando tratas a las personas con gratitud genuina. Incluso a esos cabrones que te recomendaron comprar en máximos.
En este mercado volátil, tal vez la mayor riqueza sea precisamente esa: vivir con un corazón común pero agradecido, mientras los demás corren como locos tras el próximo pelotazo.
#DOGE #BTC #ETH