Los niños criados en la pobreza a menudo tienen una cosa en común, son particularmente tolerantes. Esta resistencia es como una cuerda tensa que corre a través de su crecimiento. Cuando era niño, vi un juguete al que estaba acostumbrado, y lo soporté por un tiempo, y cuando crecí, pude soportarlo apretando los dientes ante la presión de la vida. Están acostumbrados a reprimir sus necesidades y a esconder sus quejas en sus corazones, como un volcán silencioso, tranquilo en la superficie, pero con corrientes subterráneas en sus corazones. La psicología cree que esta paciencia proviene de la falta de recursos y apoyo emocional en los primeros días, y aprenden a cambiar la paciencia por la seguridad y el silencio para evitar conflictos. Pero la represión a largo plazo también puede dificultarles expresar sus verdaderos sentimientos en las relaciones íntimas, o incluso ignorar sus propias necesidades. La paciencia es una habilidad, pero también requiere una liberación moderada. Que cada niño que sea particularmente capaz de resistir aprenda a ser amable consigo mismo, a encontrar el equilibrio en la tenacidad y a dejar que el volcán interior ya no esté deprimido, sino que haga erupción de calor y fuerza.
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Los niños criados en la pobreza a menudo tienen una cosa en común, son particularmente tolerantes. Esta resistencia es como una cuerda tensa que corre a través de su crecimiento. Cuando era niño, vi un juguete al que estaba acostumbrado, y lo soporté por un tiempo, y cuando crecí, pude soportarlo apretando los dientes ante la presión de la vida. Están acostumbrados a reprimir sus necesidades y a esconder sus quejas en sus corazones, como un volcán silencioso, tranquilo en la superficie, pero con corrientes subterráneas en sus corazones. La psicología cree que esta paciencia proviene de la falta de recursos y apoyo emocional en los primeros días, y aprenden a cambiar la paciencia por la seguridad y el silencio para evitar conflictos. Pero la represión a largo plazo también puede dificultarles expresar sus verdaderos sentimientos en las relaciones íntimas, o incluso ignorar sus propias necesidades. La paciencia es una habilidad, pero también requiere una liberación moderada. Que cada niño que sea particularmente capaz de resistir aprenda a ser amable consigo mismo, a encontrar el equilibrio en la tenacidad y a dejar que el volcán interior ya no esté deprimido, sino que haga erupción de calor y fuerza.