En los últimos años, la industria global de las criptomonedas ha crecido a gran velocidad, aunque la incertidumbre regulatoria se ha consolidado como un obstáculo relevante para su desarrollo. En Estados Unidos, la evolución de la postura de la SEC —la autoridad central de supervisión de los mercados de capitales— continúa acaparando la atención del sector. Según las informaciones más recientes, el presidente de la SEC, Paul S. Atkins, afirmó públicamente que, bajo la estructura actual del mercado, no aplicará un modelo de «supervisión laxa» respecto a las criptomonedas.
La prolongada controversia sobre si los criptoactivos deben considerarse «valores» o «no valores» ha provocado una incertidumbre constante. La falta de claridad sobre la calificación ha llevado a inversores y equipos de proyectos a afrontar costes de cumplimiento y regulatorios sustancialmente más altos. El presidente Atkins afirmó: «Considero que la mayoría de los tokens negociables actualmente no son valores per se… pero si en origen eran contratos de inversión, eso cambia la situación».
Propuso además un marco para clasificar tokens en cuatro categorías: «materias primas digitales/tokens de red», «coleccionables digitales», «utilidades digitales» y «tokens de seguridad». Estados Unidos está pasando de tratar todos los tokens como valores a distinguir entre los distintos tipos de activos. Sin embargo, recalcó que esto no implica una regulación más flexible ni una retirada de la supervisión.
Durante su intervención, Atkins destacó tres aspectos esenciales:
En conjunto, estas declaraciones indican claramente que la senda regulatoria es ahora más transparente, pero los criptoactivos seguirán sujetos a vigilancia. La SEC velará por que la supervisión sea justa, regulada y ordenada.
Efecto 1: Refuerzo de la confianza en el mercado
Cuando los reguladores dejan claro que no habrá «supervisión laxa», el mercado se estabiliza. Los participantes pueden confiar en que las lagunas o el desorden normativo no minarán de forma repentina la confianza general. Este avance resulta especialmente positivo para los proyectos consolidados.
Efecto 2: Posible incremento de los costes de cumplimiento para los proyectos
Pese a que la orientación regulatoria es más nítida, la ausencia de «supervisión laxa» obliga a los equipos a seguir dando prioridad al cumplimiento, la transparencia y el modelo de emisión. Los reguladores podrían exigir un mayor rigor a los proyectos que no cuenten con estándares sólidos.
Efecto 3: Itinerario más claro para la innovación
El marco de clasificación y el enfoque de exenciones propuestos por Atkins abren la puerta a que determinados tokens con funciones concretas, redes descentralizadas o utilidad definida puedan escapar a la consideración de valores. Sin embargo, solo los proyectos que realmente cumplan estas condiciones evitarán ser clasificados como valores.
Dada la negativa de la SEC a la «supervisión laxa» en el contexto actual, el sector debe centrarse en tres líneas de actuación:
La postura del presidente de la SEC —que «dentro de la actual estructura de mercado no habrá medidas de ‘supervisión laxa’ para las criptomonedas»— no supone una ofensiva, sino el establecimiento de un marco normativo más claro y previsible. Para el sector, esto es indicativo de madurez: la regulación llega, el cumplimiento es fundamental y la innovación debe seguir su curso. Tanto inversores como equipos de proyectos deben aprovechar el momento para apostar por el cumplimiento y el crecimiento sostenible. La claridad regulatoria genera confianza real en el mercado y la innovación conforme es el motor del auténtico progreso del sector.





